La Franciscomanía, el pobre de Asís y el libro argentino que se 
convierte en best seller mundial

- ¿Cómo nació El Jesuita?
- Después de un encuentro con corresponsales extranjeros, en el que participé, durante mucho tiempo no habló prácticamente con nadie. Le entregué el proyecto del libro y lo guardó en un bolsillo. Tiempo después, luego de un viaje a Roma, hizo unas breves declaraciones, algo completamente inusual en él. Entonces le dije a Sergio Rubin, quien sería coautor de la biografía, que era el momento para insistir. Nos recibió pero se negaba a avanzar con la idea. Nos entregó un paquete grande diciendo que allí estaban todas sus conferencias, sus retiros, sus textos. Nos quedamos helados, pensando que eso serviría para armar una suerte de collage pero no un texto que reflejara coherentemente su pensamiento. Nos paramos para irnos y desechar definitivamente el proyecto. En ese momento recordé una pregunta que me había hecho una amiga sobre el significado de la paciencia para Bergoglio. Entonces le pregunté que había querido decir con que había que "transitar la paciencia". Se le iluminó la cara y dijo: "si me van a hablar de estos temas…" Prendimos el grabador y el libro empezó a surgir. Esa pregunta activó una fibra que disparó su interés por hablar. Sin esa pregunta, no existiría el libro.

- ¿Qué está pasando con el libro?
- Cuando lo estábamos armando, Bergoglio nos decía que era un trabajo inútil porque a nadie le iba a interesar. Cuando lo vea, le diré que no fue tan inútil. El libro se agotó inmediatamente, ya salió la reedición para los países de habla hispana, liderando las listas de más vendidos. Están en marcha muchísimas traducciones para todo el mundo. El objetivo del libro era acercar al entonces cardenal a la gente. Queríamos que los lectores experimentaran lo cautivante que era para todos los que tenían un trato personal con él. Ahora lo experimenta el mundo.

- En la biografía, Bergoglio recuerda que Benedicto XVI decía que el catolicismo no debía ser una simple lista de prescripciones, apuntando a la necesidad de cierta flexibilidad, pero también afirma que hay que tener cuidado con pretender una "religión a la carta". 
- Creo que es el hombre del punto medio. Ya veremos cuál es ese punto medio en los casos concretos y frente a los desafíos que deba enfrentar. Creo que los electores vieron en él a un hombre equilibrado capaz de llevar adelante los cambios que necesita la Iglesia. Cuando habla de la educación, dice que no se puede educar solamente sobre la base de marcos de seguridad ni solamente sobre la base de zonas de riesgo. "Tiene que haber una proporción. Hay que caminar con un pie en el marco de seguridad, en todo lo que viene adquirido, y con el otro pie tentar zonas de riesgo", afirma. La faceta docente de Francisco no ha sido debidamente analizada y es una faceta que se puede extender a su pontificado. Sostiene que sin riesgo no se puede avanzar pero tampoco a puro riesgo. Siempre hay referencias al movimiento. Piensa que una Iglesia que no camina es una Iglesia que se cae como un castillo de arena. Lo primero que le dice a los cardenales es que caminen. Caminar implica cambio. 
 
- ¿Cómo seguirá su relación con la Argentina? 
- Su lugar en el mundo es Buenos Aires aunque tiene profundas raíces italianas. Eso lo convierte en un papa no italiano que se parece demasiado a uno italiano. No creo que se sienta extraño en Roma ni que los romanos lo sientan ajeno. De hecho, por sus ascendientes italianos, podría pedir la ciudadanía. Pero sí es cierto que está muy apegado a su país, y en particular a Buenos Aires. En el libro recuerda cuando vivía en Frankfurt e iba al aeropuerto a ver cómo despegaban los aviones, pensando que alguno de ellos volaba hacia la Argentina. 
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